sábado, 7 de junio de 2008

/Un pasado de cristal

Marcos ya bordeaba los 55 años. Vivía en un departamento junto con su soledad y sus recuerdos, era un hogar acogedor, siendo su lugar preferido aquella repisa que empapelaba su pieza, en ella tenía botellas de todos los tamaños, colores y formas.

Dentro de ellas se encontraban todo tipo de aromas, los cuales había comenzado a hurtar desde muy pequeño, cada vez que visitaba un lugar desconocido para él o en cada momento especial, Marcos sacaba una botellita de su bolsillo, ya que siempre llevaba una, y robaba un poquitito del aroma que lo rodeaba en ese instante.

Pero esa manía ya la había perdido algunos años atrás, cuando se esclavizó con el trabajo, por lo que tuvo que dejar de recorrer el mundo e incorporarse a una rutina exenta de ciertas excentricidades. Ahora sus recuerdos eran su único amor.

En uno de esos días en que la Tierra sufría de esos pequeños escalofríos, los recuerdos de Marcos quedaron esparcidos por toda su habitación y a la vez por todo su departamento.

Al entrar a su hogar después de una larga jornada de trabajo, se percató inmediatamente de lo ocurrido. Sólo le basto oler todos los aromas que inundaban el aire en ese momento para, sin más ni menos, comenzar a llorar.

Junto con la primera lágrima acudieron a su mente variados recuerdos, golpeándolo con gran fuerza. Paisajes, amores, mujeres, amigos, bares, historias; lo remecieron recordándole cuán rápido había pasado el tiempo. Las pequeñas y juguetonas lágrimas luchaban por asomarse fuera de sus ojos, Marcos no sabía si de nostalgia o de ira.

Rápidamente cerró las ventanas, para que así no se le escapara ningún recuerdo.

Desde ese episodio su vida cambió. A cada instante recordaba un pedazo de su vida olvidado en lo profundo de él, llegando a la conclusión que es mejor guardar los recuerdos en el corazón que en frágiles botellas de cristal.

Cada día a la llegada del trabajo, con un ramo de flores en cada mano, Marcos se preparaba para revivir un amor perdido hace algunos años atrás.

31-03-‘99

2 comentarios:

Vero dijo...

Looooore... bakancillo que tengas esto.

Oye... sí... a veces uno se guarda los sentimientos y salen un montón de años después.

Quién dijo que era bueno ir a buscar amores del pasado?????? Es un maaaaal recurso

Lo que no fue, no fue no más.

Y dejémoslo ahí!

dijo...

Jajaja eso de los amores del pasado ya es un tema que hemos hablado bastante mi wuashona... esa es sólo una alternativa viable cuando ha pasado mucho tiempo, y éste ha ayudado a sanar heridas y a permitido que ambos hayan madurado y corregido sus propios errores, pero a veces eso ni siquiera basta... Hay oportunidades que por mucho que uno quiera las personas simplemente no son una para la otra...

Pero bueno, este cuentillo lo escribí hace sus casi 10 años, no tiene nada que ver con algo puntual... simplemente que no es bueno vivir de los recuerdos, pero sí hay que reconocer que es un bonito baúl al cual acudir...

A veces recordar duele,
En otras oportunidades produce un extraño placer
En ocasines los recuerdos son tan buenos que se llega a pensar que quizás no fueron ciertos
Pero, finalmente, son estos los que nos llenan de alegría cuando miramos atrás y nos damos cuenta que hemos recorrido un hermoso y correcto camino...