lunes, 23 de junio de 2008

¡Salud por eso!

Miro el vaso y tomo. Miro a mí alrededor y nadie me ve, cada uno está inmerso en su mundo, salvo por aquella señora sentada al fondo de la sala. Su cara de reproche me perturba, trato de mantener la compostura, pero su ceño sigue fruncido, opto por quitarle la vista de encima. La ignoro.

La chica que está a mi lado no para de hablarme, la escucho atentamente, de vez en cuando asiento, pero a veces pierdo el hilo de la conversación… y no se calla. Trato de buscar su mirada en medio de la nube de humo, pero no la encuentro. Ahora la chica conversa con un tipo que está en la mesa del lado. Respiro.

Cierro los ojos, me mareo, entonces opto por beber. Aún no veo el final del vaso, y no me importa. A estas alturas no sé cuántos vasos han pasado y cuántos vendrán. Perdí la cuenta.

Divago.

Tomo mi celular decidida a llamar, pero de pronto me contengo, lo guardo. ¿Será éste un signo de que aún queda algo de conciencia y pudor en mí? Quizás.

La chica de al lado quedó sola, seguimos hablando, cada vez más fuerte, cada vez las dos más reiterativas con las ideas y los comentarios. Por más que trate de disimular, de guardar la compostura, son estos actos los que delatan mi estado etílico. De pronto, entre risas y confesiones con la chica de al lado nos quebramos, nos abrazamos. Ojos vidriosos.

Ya había visto el fondo del vaso y ahora voy por otro. La señora de al fondo a ratos me mira. Me persigue y yo soy la única que lo nota. Pero esos no son los únicos ojos que tengo encima. Un tipo en la barra no me deja de mirar. Me gusta, es atractivo, así es que le sigo el juego. Sin darme cuenta, llega una chica que se le cuelga del cuello y le planta un beso. ¡Next! Me mareo.

La nube de humo me envuelve y mi mirada se nubla y se distorsiona como todo lo del lugar. Nuevamente tomo.

De pronto me canso del cinismo, tuyo, mío, nuestro… de todos. Diariamente lucho con la mentira y todos aquellos sentimientos que sólo nos hacen ser peores personas, en una sociedad a ratos bastante sucia, por eso no entendía por qué esa noche mi tarea debía tener una especie de recreo. Me asqueé de mi burdo actuar. No quería fingir, ni ahora ni ayer ni mañana. Tomé un gran sorbo y prendí un cigarro. Ahora fui yo quien buscó la mirada de la señora de al fondo y cuando la encontré, igual de severa que antes, a la distancia le dediqué un salud, el que ella me respondió con un desprecio.

Ahora era yo quien incentivaba a la chica de al lado a conversar de cualquier cosa, sin importar si hablábamos muy fuerte o si por décima vez le decía la misma frase que le venía repitiendo hace 5 minutos. Sin resquemor, prendí otro cigarro con la colilla del anterior. Tomé.

Me saqué de encima el estereotipo de mi misma y descansé. Eché a fuera todo lo que era necesario, no tenía nada que ocultar, no tenía palabras pendientes ni actitudes sacadas de un manual. ¡Salud por eso! Fue entonces, cuando, con ganas reales y furiosas, comencé a reír.

5 comentarios:

------- dijo...

Bienvenida al mundo Etilico...
Salud!

Anónimo dijo...

jajajaja, muy bueno.
Me encanto tu relayo, a ratos me identifico mucho, siendo la q relata y la chica del lado!! jajaja

Bueno, Salud!
Y ojala nos veamos pronto


Maca

Vero dijo...

yo tb he sido la chica de al lado!!

Entiendo tu punto, de dar o no explicaciones.

Y ya lo hemos hablado!

Es aliviante cuando ya pasas por esa etapa, y lo que piensen los demás sobre lo que uno hace sobre todo en contextos de carrete no te importa nada.

Es preocupante también.

Pero date un poco de tiempo. ya llegarás a eso!

dijo...

Siempre he luchado por quitarme ciertas atudaras de encima, a veces los resultados son óptimos, en otras ocasiones ni tanto. Pero bueno es una lucha que no se debe dar por perdida y en la que se debe ser constante.

Comparto en que a veces el que no te importe lo que piense la gente puede ser preocupante, pero pucha que es liberador y cuando tienes las cosas claras y sabes quién eres y lo que quieres en base a esos valores que sabiamente se han cuidado, lo de más está demás.
Pero ojo, nada es blanco o negro, porque a las personas que queremos siempre las escuchamos y al final son esas opiniones las que importan independientemente si estamos de acuerdo o no.

Bueno, el carrete es un ámbito de muchos, pero pucha que es rico sentirse free! jajaja

Anónimo dijo...

Hola!, como estai?. He recibido todos tus mails de este blog, gracias por enviármelos, la verdad recién hoy tuve tpo. para leerlo bien y esta bueno, me gustaron las cosas que escribes.

Sobre esta cosa del "que dirán" es difícil a veces sacárselo de encima, sobretodo cuando hay gente que le encanta hablar de los demás, que encuentra que es una tremenda gracia contar las cosas de otros (algo así como los programas de farándula), pero uno no puede vivir preocupado de eso, porque la cosa es pasarlo bien y estar tranquilo o no?...para que darle en el gusto a los demás, que piensen lo que quieran, mientras la gente que a uno lo quiere de verdad sepa como es uno creo que está todo bien.

Juampa.